Mientras muchos de mi edad pasan sus tardes merendando con sus amigos, durmiendo la siesta solos o con alguien, otros las pasamos en una gran franquicia de comida rápida. Esta es mi rutina hace un mes.
Veo la hora, son las 14:00 y ya me tengo que cambiar y estar lista para salir 14:30 para poder llegar y fichar a las 15:00 horas. De ahí empieza una serie de rutinas que se repiten muchas veces, como tirar carnes, agarrar láminas, condimentar, limpiar todo una y otra vez. Nada puede estar sucio o entregar mal una hamburguesa.
Mientras mis amigas van a entrenar o hablan por el grupo, yo hago el piso una y otra vez cuando hay tiempo muerto, o mientras yo me estreso y me pongo nerviosa por cosas básicas. Cuando llego a mi casa solo quiero acostarme o estas sin hacer nada, llego agotada. Me siento en una rutina que cambio todo de mi, mis tiempos ya no son los mismos, mis prioridades se reducen, mis vínculos cambian por no darles lo suficiente, me siento en un vacío, sola.
Muchos adultos dicen que trabajar desde chico te hace más responsable, pero nadie ve lo cansador que es. Estás todo el día corriendo, sin tiempo y cuando salís del laburo ya no te queda energía para nada. No es solo por la plata, es que a veces sentís que no tenés ni un rato para ser adolescente y vivir como antes. No digo que sea un mal trabajo ni que la paso mal, pero demanda mucho y extraño ser como antes con esta rutina.
Por Zoe Romano
Comentarios
Publicar un comentario