Desde el comienzo de esta cuarentena todo a nuestro alrededor se vio afectado, incluso situaciones que antes tenían mayor importancia pasaron a segundo plano. A finales de abril, mi mamá se fracturó la muñeca mientras hacía ejercicio en casa y a partir de eso nos dimos cuenta de que el manejo del sistema de salud había cambiado drásticamente.
Por Giuliana Grescente
El día 24 de abril, recién empezada la implementación del aislamiento preventivo y obligatorio pasó algo que hubiese sido manejado de otra manera si no fuera por esta situación. A las 12 am, cuando mi mamá se encontraba haciendo ejercicios en casa, ya que no podía salir a hacer gimnasia como antes, se resbaló y se rompió la muñeca izquierda. En circunstancias normales, frente a este tipo de accidente, no quedaba mas que ir al médico a que le sacara una radiografía y la viera, principalmente. Pero, frente a esto, lo primero que hicimos fue llamar por teléfono y cuando contestaron lo que dijeron fue que no estaban recibiendo personas en el Sanatorio Los Arcos y que iban a mandar una ambulancia, por lo que teníamos que esperar unos minutos. Cuando vino el médico ni siquiera se acercó ni tocó su muñeca para ver cómo estaba, solo miró de lejos con barbijo y guantes. De ahí, en la ambulancia, acompañada por mi papá, fueron al sanatorio y una vez allí tuvieron que ponerse barbijos, ya que sino, no podrían ingresar.
Al ingresar mi papá se tuvo que quedar esperando en un lugar particular mientras a mi mamá le sacaban una radiografía. El sanatorio estaba vacío, solo estaban los médicos de guardia y no ingresaban más que las urgencias. El médico le dijo que la iba a enyesar y le explicó que los médicos traumatólogos no estaban atendiendo por consultorios externos, ni ningún tipo de especialidad, y que por lo tanto era imposible ir a cualquier lugar ya que todo consultorio estaba cerrado por lo que le dijo que en dos semanas regresara y él, que iba a estar en la guardia, la iba a atender.
Cuando ya le sacaron el yeso, hubo que conseguir una muñequera, pero no pudo ser posible ir a algún lugar a medírsela porque todos los negocios en los que vendían elementos ortopédicos estaban cerrados. Fue así como tuvo que comprar la muñequera vía internet y para ir a buscarla no podía entrar al lugar, por las nuevas normas. El vendedor sacó a la vereda las distintas opciones y ahí, en la calle, se las tuvo que medir.
Cuando llegó el momento, tuvo que ir a kinesiología. Aunque había pasado el tiempo, en ese momento de la cuarentena ningún lugar tenía permiso para abrir, por lo que tuvo que hacer ejercicios para movilizar que vio por youtube. Ejercicios de médicos que explicaban cómo mover brazo, mano y muñeca. Y así esperó un par de semanas hasta que abrieron de manera limitada algunos lugares de kinesiología, por lo que pudo empezar como corresponde.
Algo que fue un accidente y pudo haberse resuelto de forma más simple se vio complicado por todo lo que estamos atravesando y uno no se da cuenta de este tipo de cosas hasta que hay una circunstancia extraordinaria como esta pandemia. Entonces ahí se ve que lo simple se puede transformar en algo muy complicado e incierto, lo que puede generar angustia e impotencia al no poder acceder a aquellos servicios con los que antes contaba.
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